No podía más. Después de varios km con un calor insoportable, solo pensaba en quitarme las zapatillas y refrescar mis pies.
Entonces apareció en escena este arroyo con su helada y cristalina agua. Fue un momento como el del sediento cuando encuentra un oasis. No acertaba a desatarme los cordones de la impaciencia.
Y allí con mis pies metidos en el agua llegaron mis 5 minutos de gloria. Puede parecer simple e incluso ridículo pero durante ese momento se paró el tiempo y solamente sentía y veía cosas maravillosas.