Pues sí, dando un paseo me encontré a este Hércules del siglo XXI. Sin más y además sin pedir limosna, se enchufó un altavoz al móvil y comenzó a hacer piruetas sacando músculos de donde yo ni sabía que existían.
Sin gustarme el culto extremo al cuerpo, me parece bien que muestre lo que tantas horas y hormonas le cuesta. Igual así encuentra a su Xena.